Es la disminución de la concentración de hemoglobina en sangre. Este parámetro no tiene un valor fijo sino que depende de varios factores tales como edad, sexo y ciertas circunstancias especiales tales como el embarazo. Según la OMS (Organización mundial de la Salud) se acepta que existe anemia cuando la concentración de hemoglobina en sangre es inferior a los siguientes valores:
Clasificación de las anemias
La anemia puede ser debida a diferentes causas y estas se relacionan muy bien con las variaciones de forma y tamaño de los glóbulos rojos. Este tamaño es diferente según la causa productora de la anemia. El tamaño de los glóbulos rojos viene determinado por un parámetro analítico llamado Volumen Corpuscular Medio (VCM) y permite clasificar a las anemias en:
1. Anemia microcítica (VCM < 80 fl)
- Anemia ferropénica (por falta de hierro). La más frecuente durante el embarazo y en la mujer por el sangrado menstrual.
- Hemoglobinopatías: talasemia minor.
- Anemia secundaria a enfermedad crónica. (Por ej. insuficiencia renal).
- Anemia sideroblástica.
2. Anemia normocítica (VCM 80 – 100 fl)
- Anemias hemolíticas.
- Aplasia medular.
- Invasión medular.
- Anemia secundaria a enfermedad crónica.
- Sangrado agudo.
3. Anemia macrocítica (VCM > 100 fl) • Hematológicas.
- Anemias megaloblásticas.
- Anemias aplásicas.
- Anemias hemolíticas.
- Síndromes mielodisplásicos.
- No hematológicas.
- Abuso consumo alcohol.
- Hepatopatía crónica.
- Hipotiroidismo.
- Hipoxia.
Anemia en el embarazo
La asociación entre anemia y embarazo es frecuente, hasta en un 80 % de las mujeres gestantes, aunque raramente es una complicación seria.
La anemia se produce por una falta de hierro, que puede ser originada por:
– Aumento de las necesidades: necesita hierro tanto la madre como el feto.
– Aumento de la volemia: la cantidad de líquido que hay en los vasos sanguíneos durante el embarazo no va seguida de un aumento paralelo de los glóbulos rojos.
– Alimentación escasa: vómitos, náuseas, reflujo gastroesofágico, depresión, estreñimiento).
Causas
Aproximadamente el 90 % de las anemias que ocurren en el embarazo son anemias de tipo ferropénico, es decir, por una deficiencia de hierro.
Un porcentaje bajo de las anemias en el embarazo se pueden deber a un déficit de la vitamina B12 o de ácido fólico, serán las anemias megaloblásticas.
En ocasiones, se trata de una anemia mixta, por coincidencia de ambas causas.
Síntomas
- Cansancio.
- Palidez de piel y de mucosas.
- Mareos y vértigos.
- Fragilidad de uñas.
- Taquicardia.
Repercusiones sobre el feto
En general las necesidades fetales no van a sufrir alteraciones por la deficiencia materna de hierro o vitamina B12. El organismo de la madre prioriza las necesidades del feto a las propias
Sin embargo habrá de ser cuidadoso en los casos de anemias graves, y acudir al médico para que evalúe la situación. Estas formas graves sí que pueden tener una influencia negativa en la gestación, ya que existe un mayor porcentaje de aborto o de parto prematuro, aumento de mortalidad perinatal, incremento de riesgo de infecciones puerperales, etc.
Diagnóstico
Se diagnostica fácilmente, mediante los síntomas de la paciente y un análisis de sangre (hemograma).
Tratamiento
El tratamiento será mediante la reposición de aquello que falta:
– Hierro en las anemias ferropénicas.
– Vitamina B12 y ácido fólico en las anemias megaloblásticas.
El médico será quien determine este tratamiento.
Por lo general se instaura en el momento que se detecta la anemia y continúa hasta unos meses después del parto.
Prevención de la anemia
La forma más sencilla y eficaz de tratar una anemia es prevenirla.
Una buena alimentación antes del embarazo puede no sólo ayudar a prevenir la anemia, sino que también puede ayudar a la formación de otras reservas nutricionales en el cuerpo de la madre. Una dieta saludable y equilibrada durante el embarazo ayuda a mantener los niveles de hierro y otros nutrientes de importancia necesarios para la salud de la madre y del bebé en gestación.
Entre las fuentes de hierro se incluyen las siguientes:
- Carnes: vaca, cerdo, cordero.
- Aves: pollo, pato, pavo.
- Pescado y mariscos, incluyendo las almejas, los mejillones, las ostras, las sardinas y las anchoas.
- Vegetales de hojas verdes de la familia del repollo, como el brócoli, la col, la acelga.
- Legumbres.
- El pan y los bollos de harina integral.
- El pan blanco, la pasta, el arroz y los cereales enriquecidos con hierro.

Para que el hierro de la dieta se absorba bien, debe haber un cierto grado de acidez en el estómago. Para eso, en ocasiones se recomienda tomar un vaso de zumo de naranja en las comidas.
Si no es suficiente el hierro de los alimentos o es necesario recuperar rápidamente lo niveles, es frecuente que el médico prescriba suplementos de hierro. Desafortunadamente, suele producir algunos efectos secundarios que dificulta su uso (acidez gástrica, pirosis, estreñimiento).
Anemia en el parto y puerperio
La anemia durante el puerperio es el resultado de una serie de acontecimientos que ocurren tras el parto:
- Pérdidas hemáticas durante el parto.
- Desgaste físico por el embarazo.
- Loquios o pérdidas de sangre durante el puerperio.
- Aumento de necesidades de hierro por la lactancia.
- Alimentación inadecuada: dietas, regímenes, déficit de hierro, vitamina B12 y ácido fólico.
El médico será la persona que deba indicar la continuidad de los suplementos de hierro, pero por lo general se seguirán tomando estos suplementos un par de meses después del parto.