Martes de Infamia y otros días fatales, un libro que promete…
El escritor peruano, Alfredo Del Arroyo Soriano, radicado en Virginia desde hace más de veinticinco años, ha sido galardonado con el prestigioso premio literario International Latino Book Awards, por su obra titulada Martes de Infamia y otros días fatales. El libro, cuenta con diecisiete relatos dramáticos con finales impactantes que sorprenderán al lector de principio a fin. Con personajes ficticios, y algunos hechos basados en la vida real, el autor nos narra una amalgama de episodios en los que sobresalta el carácter sicológico de dichos personajes.
Con destreza, y buen manejo de los tiempos, Del Arroyo Soriano, nos transporta desde los monumentos de Washington DC, hasta las calles de Miami y Puerto Rico, pasando también por Lima, Yungay, e incluso momentos de la Guerra del Pacífico. Es por eso que este compatriota se ha hecho acreedor del premio ILBA en la categoría de Best Popular Fiction in Spanish.
El escritor, que estudió periodismo en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, nos presenta en su primer libro una serie de relatos dramáticos, donde juega con la fantasía y las palabras.
¿Por qué escribió un libro de relatos teniendo como tema la muerte?
Hubo una pequeña temporada en mi vida en la que pasé una ligera depresión por problemas familiares y laborales; entonces, escribir ese tipo de relatos era una manera desahogarme y me sirvió como terapia. Algunos tenían un final feliz, pero los cambié; los puse más dramáticos, algo más acorde con lo que me estaba pasando. Pero eso ya pasó. A veces pasan por nuestra cabeza ideas descabelladas, aunque no llegamos a suicidarnos. Ponerlo en un papel y que lo haga un personaje en vez de nosotros, pues es mucho mejor.
¿La depresión que tuvo fue uno de los motivos por los que usted emigró?
No necesariamente. Estando en Perú, tuve una vida relativamente feliz. Quizá el momento de angustia fue cuando mis padres no querían que yo estudiara literatura. Yo tenía 17. Había terminado el colegio. Pero luego todo eso pasó y el momento depresivo ocurrió estando aquí, en los Estados Unidos. Tenía mucha presión laboral, sentía que me estaban aplastando como un sándwich y que yo estaba en el centro; y la manera de sacar todo eso era mediante la escritura. Me sirvió de desahogo. Fue una etapa que duró dos años y medio.
Y el trabajo que usted realiza allá ¿tiene que ver en algo con lo literario?
No. Trabajo en una oficina postal. Llegué a estudiar Periodismo en la Garcilaso. Antes había estudiado Ingeniería Industrial un par de años. Fue una pérdida de tiempo porque los números no iban conmigo. No llegué a terminar Periodismo porque me vine a Estados Unidos durante el primer gobierno de Alan García. Mi familia vivía frente al Ministerio de Marina y había el peligro de que Sendero pusiera una bomba por allí. Entonces, poco a poco, la familia se vino a Estados Unidos y yo salí de allí en el 89. Yo sigo en la oficina postal. La literatura todavía no me da para poder dedicarme 100% a ella. Mi meta es dejar mi trabajo para escribir. Ojalá se me dé.
¿Por qué eligió el género cuento para lanzar su primer libro?
He visto que muchos escritores empiezan por el cuento para luego lanzarse a la novela. Y ese es mi propósito.
¿Usted cree que ya se encuentra preparado para escribir una novela?
Yo pienso que sí. Me siento confiado. Pero mi deseo inmediato es terminar la traducción de este libro de cuentos al inglés. El norteamericano lee mucho, a diferencia de nuestros lectores peruanos. Por eso mi interés de publicar en inglés. Sé que va a tener buena acogida.
¿Quiénes son sus autores referentes?
Julio Ramón Ribeyro es uno de los escritores peruanos cuentistas más reconocidos en ese rubro y obviamente es una inspiración. Y otro que me inspiró con sus relatos e ideas descabelladas es el escritor norteamericano Charles Bukowski. Él, antes de dedicarse a la novela, escribió muchos cuentos que están reunidos en colecciones.
¿Qué lo motivó a incluir elementos fantásticos en algunos de sus cuentos?
Cuando yo era chico, mi mamá iba a un quiosco y compraba una revista que se llamaba Lo insólito, donde había historias de reencarnación, platillos voladores o brujería. Cuando ella terminaba, yo chapaba la revista y empezaba a leer. Fue más o menos así que me inicié con esa idea de darle alguna prioridad a lo fantástico. Todos esos recuerdos los recuperé y me sirvieron de inspiración para escribir mis propios cuentos. Todos esos temas raros me gustan bastante.
¿Usted, como aspirante a escritor de novela, qué espera de este oficio, de la literatura?
Espero que (la futura novela) tenga buena acogida entre los lectores para que me haga continuar en esto de la escritura y no pensar en dejarlo. Yo tengo muchas esperanza, muchas ideas, pero todo tiene que darse poco a poco y no a la loca. Existen escritores que una vez que publicaron alcanzaron lo que deseaban, no tanto la fama, pero por lo menos ser reconocidos, leídos. A eso voy.